Finalidad de la Criminología y su utilidad
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Finalidad y Utilidad de la Criminología
Hablar de Criminología es mucho más que hablar de delitos, cárceles o criminales. Es hablar de personas, de contextos, de realidades complejas que muchas veces no se ven en los titulares. Y es, sobre todo, preguntarse: ¿qué hacemos como sociedad frente al delito? ¿Solo castigar? ¿O podemos pensar en prevenir, entender, transformar?
Desde mi perspectiva, la Criminología no es solo una ciencia que analiza el delito desde lo académico. Su verdadera finalidad es mucho más amplia y humana: ayudar a construir una sociedad más segura, más justa y más solidaria. No se trata solo de estudiar el crimen, sino de usar ese conocimiento para cambiar algo, para mejorar nuestras instituciones, nuestras políticas públicas y nuestras comunidades.
La Criminología busca entender el delito desde todas sus dimensiones: sociales, económicas, culturales, psicológicas y estructurales. Pero entender no basta. Lo importante es que ese análisis se traduzca en propuestas concretas que prevengan el crimen, que reduzcan el sufrimiento, que ofrezcan oportunidades donde antes solo había abandono o exclusión.
Como bien señala el criminólogo español García-Pablos de Molina, la Criminología no debería quedarse en explicar el delito, sino que debe contribuir activamente a reducirlo, orientando al Estado hacia una política criminal más humana y más efectiva.
Una de las cosas que más valoro de la Criminología es su enfoque preventivo. A diferencia del Derecho Penal, que generalmente entra en juego después del delito, la Criminología trata de adelantarse. Busca las causas, los factores de riesgo, los entornos que favorecen la violencia, para actuar antes de que el problema explote.
Y en Costa Rica, esto es urgente. Vivimos una realidad marcada por el avance del narcotráfico, la participación de menores en bandas criminales, la saturación del sistema penitenciario. No podemos seguir esperando a que las cosas se salgan de control para actuar. Necesitamos políticas preventivas, pensadas desde lo técnico pero también desde lo humano, desde el trabajo en comunidad.
Otro aspecto esencial de la Criminología es su vocación humanista. Porque no se trata solo de castigar, sino de transformar. Castigar por castigar no resuelve nada si no se trabaja también en la reparación del daño, en la reinserción de quien cometió un delito y en el acompañamiento de la víctima.
La Criminología, en este sentido, promueve enfoques restaurativos, donde se prioriza el diálogo, la dignidad, la responsabilidad y la oportunidad de cambiar. Como decía Baratta (2004) , una Criminología útil no es la que legitima el poder punitivo, sino la que lo cuestiona cuando se vuelve injusto, y propone alternativas más racionales y humanas.
Pero además de preventiva y humanista, la Criminología también tiene una dimensión ética y política. Porque quien estudia el crimen no lo hace en el vacío, sino en contextos reales, con estructuras de poder, con desigualdades, con intereses en juego.
En ese sentido, el criminólogo o criminóloga no puede ser indiferente. No es solo alguien que analiza, sino también alguien que puede influir, que puede proponer cambios, que puede poner su conocimiento al servicio del bien común, de la democracia y de los derechos humanos.
En la práctica, la Criminología tiene aplicaciones muy concretas. Apoya al Ministerio de Justicia, al Poder Judicial, al OIJ, en tareas como el análisis de perfiles, la evaluación del riesgo de reincidencia, o la elaboración de políticas públicas. Pero también tiene un papel clave en el trabajo comunitario: fortaleciendo redes de prevención, capacitando líderes, empoderando a poblaciones vulnerables.
Y es ahí donde más sentido tiene para mí: cuando la Criminología sale del escritorio y llega a las comunidades, cuando se convierte en una herramienta para reconstruir vínculos, para prevenir la violencia, para abrir caminos de oportunidad.
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